"Conocí a REN HANG una noche de París en la primavera de 2014. Su inglés no era muy bueno, nunca lo sería, pero comunicar con él no resultaba difícil.

Meses después le ayudé a preparar una sesión de fotos en París, proponiendo algunas modelos y cediendo para la sesión mi apartamento de Belleville, donde hoy sigo viviendo.

El día de la sesión vacíe el salón de muebles y objetos. Yo tenía la intención de marcharme, a fin de dejar intimidad y espacio a REN y a su equipo.

De pie en la cocina, dije a mi amigo que me iba al Centro Pompidou para que así pudieran trabajar a sus anchas. Él insistió para que yo me quedara, pero yo rechacé su invitación y me fui al museo.

Una vez allí me sentí algo culpable. Mi amigo había insistido para que me quedase a ver la sesión, que no les molestaría. Así que me apresuré a través de las salas y un par de horas más tarde yo estaba de vuelta en mi apartamento, en Belleville.

La sesión terminaría poco después, pero aún tuve la ocasión de ver a REN trabajar en mi espacio. Con la sonrisa en los labios, con una mirada brillante cargada de ingenio y una pequeña cámara compacta que utilizaba carretes, Ren subía y bajaba de las sillas, tratando amablemente a las modelos a fin de conseguir capturas sus icónicas fotografías. En ese momento me tomé la libertad de fotografiar a REN en acción, mientras dirigía a mi amiga ADJA KABA, semidesnuda, en el suelo de mi apartamento.

Tres años más tarde, en febrero de 2017, yo estaba sentado en mi salón, en una de las sillas a las que REN se habría podido subir durante la sesión, cuando tuve noticia de su muerte.

Un amigo en común, fotógrafo chino viviendo en Japón, me preguntó por un mensaje privado si había oído algo. No solamente no había oído nada, además no podía creerlo. Bastó con una búsqueda en Google para descubrir la tragedia.

Con la desaparición de REN yo perdí a un amigo. Y todos perdimos a un fotógrafo genial".

Rainer Torrado.