Ya estamos acostumbrados a los golpes maestros de los museos londinenses. Si hace poco os hablábamos de la imponente retrospectiva sobre Arte Queer de la Tate Britain, hoy queremos destacar la pedazo de exposición que la Tate Modern dedica al que sin duda es uno de los fotógrafos más originales y completos del momento, Wolfgang Tillmans. El pelotazo Tillmans lleva en cartel desde mitad de febrero y fija su clausura el próximo 11 de junio, así que si te hacía falta un último empujón para una visita a la capital británica, esta expo es el pretexto definitivo.
Artista militante donde los haya (arduo defensor de los derechos homosexuales y comprometido pacifista), Wolfgang Tillmans fue uno de los protagonistas del golpe estético que supusieron los años 90 londinenses y ha sido desde entonces uno de los habitués de revistas como i-D o The Face.
Iconoclasta, subversivo y hasta hace no mucho mal comprendido por críticos y coetáneos del sector artístico, Tillmans se ha consolidado como fotógrafo de la experiencia. Sus imágenes retratan escenas de la vida cotidiana en las que lo singular de su propia vida hace eco a lo general de un mundo marcado por la belleza de lo sencillo y la fragilidad de rostros y gestos. Como si de un diario visual se tratara, el trabajo del alemán recopila buena parte de las escenas que componen la vida contemporánea de cualquiera: plantas, comida, animales, interiores, jardines, muebles, objetos aparentemente anodinos y, sobre todo, cuerpos, muchos cuerpos que se tocan, se besan, se estiran, juegan o esperan.