Brunch Magazine | Una revista de moda para gente que no lee revistas de moda

EL PENÚLTIMO GOLPE MAESTRO DE COLETTE: CHANEL À L´HONNEUR

  • Cuando muchos estábamos sacando el pañuelo anticipando uno de los duelos más agudos del mundo de la moda para el 2018, la sacrosanta Colette nos sorprende con una nueva colaboración con Chanel digna de lágrima. La firma francesa le ha metido mano al templo de la rue Saint Honoré a poco más de un mes para su acta de defunción (¡la tienda cierra sus puertas el próximo 20 de diciembre!) con el sello del siempre infatigable Lagerfeld, que se ha sacado de la manga una ensoñación global cuya puesta en escena nada tiene que envidiar a los célebres Pabellones de la Elegancia de los años 30.

    No voy a negar que mi última visita a Colette, la semana pasada, tenía algo de peregrinación. Iba con toda la solemnidad de la que sabe que se enfrenta a una despedida decisiva, así que, como manda la tradición, entré tirando de rictus y con el cuajo medio tembloroso. Y primer ¡bum!: lejos de un ambiente melancólico avant la lettre, me topé de bruces con toda la pompa a la que Colette nos tiene acostumbrados. Ahí no se respiraba nada parecido a un anticipo de funeral, sino un olor a fiesta y a celebración de altura, con sus vedettes, sus invitados y su decorado estelar.

  • Triple happening para un miércoles de invierno: dos de los nombres propios más cool del fashion system actual se repartían audiencia y colas en las firmas de sus respectivos libros: la estilista italiana Giovanna Battaglia regalaba dedicatorias a sus fans entre flashes y globos de helio con formas de animal mientras el documentalista Loic Prigent tiraba de pluma y de simpatía en la primera página de su divertidísimo "J´adore la moda mais c´est tout ce que je déteste". No suelo participar de este tipo de gestos mitómanos, pero como la ocasión pedía una actitud de excepción y, la verdad, he disfrutado de lo lindo con las bambalinas de los desfiles filmadas por Prigent, compré el libro y ejercí de devota boli en mano rodeada de believers excitados. Yo también lo era, para qué negarlo, y como muestra una pequeña confesión: como maníaca de los artículos con vocación de reliquia, puse ojitos a la cajera para que me regalara dos bolsas de la tienda diseñadas por Jean Julien. Enmarcar un trocito de la historia de Colette puede leerse como freakismo estúpido o como homenaje sincero, a cada uno su interpretación.

    Tras el ya clásico devaneo por el tentador revistero de la tienda, responsable durante años de haber pagado costosos sobrepesos en los vuelos de Iberia, me hice un hueco entre los peregrinos y subí a la primera planta ansiosa por descubrir ese penúltimo golpe maestro de la casa. La ensoñación orquestada por Lagerfeld se abre con un dibujo en la escalera que hibrida los logos icónicos de los dos pretendientes: el azul Colette y la doble C de Chanel se funden en un corazón que sella para siempre la fidelidad de una relación que ha durado dos décadas.

  • Fotos de OLIVER SAILLANT.

    Segundo ¡bum! : un Pabellón de la Elegancia versión contemporánea. Las salas aparecen bañadas por pódiums, vitrinas, maniquíes de aura antigua y surrealista, un decorado exquisito y una exposición fotográfica con las imágenes más emblemáticas de Karl Lagerfeld para la firma.
    La última colección crucero de la marca, "La Modernité de l´Antiquité", funciona como fuente de inspiración en una atmósfera teatral e ilusionista que quita el sentido. Hasta los guardias de seguridad que custodian tamaña proeza, conocidos por su gesto tieso y sus caras de pocos amigos, parecen emocionados y satisfechos de formar parte de una de las últimas hazañas de Colette.

    Sobre un dispositivo de peanas blancas y negras se elevan las propuestas de la última colección Chanel FW 17 (incluidas sus codiciadas glitter boots) y cápsulas de plexiglás albergan una selección de bolsos y accesorios de la maison francesa. Mención especial para las camisetas edición limitada Chanel x Colette, legado testamentario de dos monstruos de la moda que ponen punto y final a su relación.

  • Fotos de OLIVER SAILLANT.

    Una mirada panorámica, desde la puerta, construyó la última imagen de Colette que ya guardo en mi personal archivo visual. Salí emocionada y agradecida de haber podido hacerle un último guiño a la que sin duda ha sido para muchos LA Meca de los amantes de la moda contemporánea. Para mí, Colette se queda en el recuerdo como un lugar para el descubrimiento y la diversión. Y las aguas a 7 euros, pero todo hito tiene su peaje.

    Dos fechas a retener: tenéis hasta el próximo 25 de noviembre para visitar este acontecimiento con el sello Chanel y hasta el 20 de diciembre para despediros de uno de las grandes emblemas de la moda del siglo XXI. No olvidéis haceros con una bolsa, aunque sea comprando una gomita. Ese trozo de papel blanco, en menos de un mes, será historia.

  • Cuando muchos estábamos sacando el pañuelo anticipando uno de los duelos más agudos del mundo de la moda para el 2018, la sacrosanta Colette nos sorprende con una nueva colaboración con Chanel digna de lágrima. La firma francesa le ha metido mano al templo de la rue Saint Honoré a poco más de un mes para su acta de defunción (¡la tienda cierra sus puertas el próximo 20 de diciembre!) con el sello del siempre infatigable Lagerfeld, que se ha sacado de la manga una ensoñación global cuya puesta en escena nada tiene que envidiar a los célebres Pabellones de la Elegancia de los años 30.

    No voy a negar que mi última visita a Colette, la semana pasada, tenía algo de peregrinación. Iba con toda la solemnidad de la que sabe que se enfrenta a una despedida decisiva, así que, como manda la tradición, entré tirando de rictus y con el cuajo medio tembloroso. Y primer ¡bum!: lejos de un ambiente melancólico avant la lettre, me topé de bruces con toda la pompa a la que Colette nos tiene acostumbrados. Ahí no se respiraba nada parecido a un anticipo de funeral, sino un olor a fiesta y a celebración de altura, con sus vedettes, sus invitados y su decorado estelar.

  • Triple happening para un miércoles de invierno: dos de los nombres propios más cool del fashion system actual se repartían audiencia y colas en las firmas de sus respectivos libros: la estilista italiana Giovanna Battaglia regalaba dedicatorias a sus fans entre flashes y globos de helio con formas de animal mientras el documentalista Loic Prigent tiraba de pluma y de simpatía en la primera página de su divertidísimo "J´adore la moda mais c´est tout ce que je déteste". No suelo participar de este tipo de gestos mitómanos, pero como la ocasión pedía una actitud de excepción y, la verdad, he disfrutado de lo lindo con las bambalinas de los desfiles filmadas por Prigent, compré el libro y ejercí de devota boli en mano rodeada de believers excitados. Yo también lo era, para qué negarlo, y como muestra una pequeña confesión: como maníaca de los artículos con vocación de reliquia, puse ojitos a la cajera para que me regalara dos bolsas de la tienda diseñadas por Jean Julien. Enmarcar un trocito de la historia de Colette puede leerse como freakismo estúpido o como homenaje sincero, a cada uno su interpretación.

    Tras el ya clásico devaneo por el tentador revistero de la tienda, responsable durante años de haber pagado costosos sobrepesos en los vuelos de Iberia, me hice un hueco entre los peregrinos y subí a la primera planta ansiosa por descubrir ese penúltimo golpe maestro de la casa. La ensoñación orquestada por Lagerfeld se abre con un dibujo en la escalera que hibrida los logos icónicos de los dos pretendientes: el azul Colette y la doble C de Chanel se funden en un corazón que sella para siempre la fidelidad de una relación que ha durado dos décadas.

  • Fotos de OLIVER SAILLANT.

    Segundo ¡bum! : un Pabellón de la Elegancia versión contemporánea. Las salas aparecen bañadas por pódiums, vitrinas, maniquíes de aura antigua y surrealista, un decorado exquisito y una exposición fotográfica con las imágenes más emblemáticas de Karl Lagerfeld para la firma.
    La última colección crucero de la marca, "La Modernité de l´Antiquité", funciona como fuente de inspiración en una atmósfera teatral e ilusionista que quita el sentido. Hasta los guardias de seguridad que custodian tamaña proeza, conocidos por su gesto tieso y sus caras de pocos amigos, parecen emocionados y satisfechos de formar parte de una de las últimas hazañas de Colette.

    Sobre un dispositivo de peanas blancas y negras se elevan las propuestas de la última colección Chanel FW 17 (incluidas sus codiciadas glitter boots) y cápsulas de plexiglás albergan una selección de bolsos y accesorios de la maison francesa. Mención especial para las camisetas edición limitada Chanel x Colette, legado testamentario de dos monstruos de la moda que ponen punto y final a su relación.

  • Fotos de OLIVER SAILLANT.

    Una mirada panorámica, desde la puerta, construyó la última imagen de Colette que ya guardo en mi personal archivo visual. Salí emocionada y agradecida de haber podido hacerle un último guiño a la que sin duda ha sido para muchos LA Meca de los amantes de la moda contemporánea. Para mí, Colette se queda en el recuerdo como un lugar para el descubrimiento y la diversión. Y las aguas a 7 euros, pero todo hito tiene su peaje.

    Dos fechas a retener: tenéis hasta el próximo 25 de noviembre para visitar este acontecimiento con el sello Chanel y hasta el 20 de diciembre para despediros de uno de las grandes emblemas de la moda del siglo XXI. No olvidéis haceros con una bolsa, aunque sea comprando una gomita. Ese trozo de papel blanco, en menos de un mes, será historia.

ENTRADAS ANTERIORES
Cargando...
Brunch Magazine es una marca registrada de Vicious Media © Todos los derechos reservados. I Love Vicious SL / info@brunchmag.comDesign by Pixel and Pixel

SUBSCRÍBETE A NUESTRA

NEWSLETTER

notificacion