Me pregunto qué ocurriría si "Las tres gracias" de Rubens viviesen en el siglo XXI. ¿Se someterían a mesoterapia, presoterapia y cavitación para acabar con la la celulitis?, ¿se darían rayos UVA para transformar su blanco nuclear en un bronceado digno de unas vacaciones en Punta Cana?, ¿se animarían con la queratina y el alisado japonés para terminar con las ondulaciones capilares y el encrespado?. En definitiva: ¿Por qué las mujeres gastamos cantidades ingentes de dinero en toda clase de tratamientos estéticos?.
Esta pregunta es la que se hace la fotógrafa australiana Jessica Ledwich, que busca respuesta a esta reflexión en su trabajo "Monstrous Feminine", una serie de fotografías que muestran la tiranía de la belleza en la vida cotidiana de las mujeres y el dolor físico que muchas veces estamos dispuestas a sufrir a cambio de la (supuesta) perfección estética. Así se lo cuenta a BRUNCH.
¿Qué inspira su trabajo "Monstrous Feminine"?
La sexualidad femenina ha sido históricamente retratada como algo de lo que asustarse, algo incómodo y amenazante. Hay un enorme miedo cultural respecto al envejecimiento y existe una generación de mujeres cuyas identidades son modeladas por ese miedo. Estaba interesada en explorar las rutinas que las mujeres incorporan como parte de la vida diaria y en examinar la influencia que tienen en la percepción de los demás y de nosotros mismos. Me llamó la atención lo normalizados que están dichos procedimientos y cómo no pensamos mucho sobre ellos.