La fragmentación del cuerpo fue uno de los temas predilectos de las vanguardias de principios del siglo XX. Dadaístas y surrealistas, bajo el influjo de la siempre jugosa teoría psicoanalítica de Freud, hicieron estallar la anatomía en pedazos e hicieron de sus miembros aislados un motivo recurrente de reflexión teórica y de fetichismo artístico.
Aunque a muchos les pueda resultar más siniestra que erótico-festiva la imagen de un miembro corporal mutilado, lo cierto es que la lógica de "la parte por el todo" ha seguido siendo una de las claves más habituales de las fantasías humanas representadas por artistas de toda índole.
Una de las últimas en sumarse a este "gusto por el fragmento" es la británica Sally Hewett, artista textil responsable de una impresionante producción de pechos, nalgas, barrigas, vulvas, bocas, lenguas y pezones realizados a base de bordados y trenzados de hilo.