El pasado 23 de febrero el mundo del arte y de la fotografía amanecía consternado ante la noticia de la muerte de Ren Hang. El jovencísimo fotógrafo chino se quitaba la vida a los 29 años y cumplía con su gesto trágico la voluntad, expresada varias veces en su blog, de "morir una muerte temprana". Hijo de un tiempo 3.0 capaz de sacarle la lengua y los colores a las absurdas censuras de un gobierno como el chino, la obra de Ren circulaba desde hacía años como la pólvora por las redes sociales.
Pero 2017 prometía ser un año de consagración: el fotógrafo se despedía de este mundo con una preciosa expo en Estocolmo y un pedazo de libro editado por Taschen tan recién salido del horno que todavía quema. Una monografía que se llama como su nombre, REN HANG, con su novio en la portada y más de 300 páginas con decenas de desnudos, cuerpos apilados, siluetas en contorsión y, sobre todo, piel, mucha piel y mucha erección.
Bromas macabras del destino en el mundo editorial, pueden pensar algunos: sacas un libro sobre un jovencísimo fotógrafo y el tipo va y se muere. Drama convertido en pelotazo. Pero también ojo avizor de Taschen, que supo rendir tributo avant la lettre a un artista con todas las letras.