Si hay un nombre propio para la irreverencia y el sentido del humor en el arte contemporáneo, ése es sin duda el de Maurizio Cattelan. Provocador, narcisista, polémico y genial como pocos, el artista italiano que durante décadas levantó postillas en el mundo artístico ha vuelto a la carga con una retrospectiva que quita el aliento.
Si te hacía falta una excusa para irte unos días a París, no tires del pretexto de lo cuqui de sus mercadillos navideños ni de lo maravilloso de los escaparates comerciales de las Galerías Lafayette: tu motivo se llama Maurizio Cattelan y tu lugar es el Hôtel de la Monnaie de Paris. Porque Not Afraid of love, título de la exposición post-requiem que el italiano se ha marcado en este monumental espacio parisino (Cattelan llevaba casi 5 años "haciéndose el muerto" en el mundo del arte contemporáneo) dejará huella durante años en la capital francesa, no nos cabe la menor duda.
Los majestuosos salones del Palacio de la Moneda (ese lugar que casi nadie había visitado antes del evento Cattelan) aparecen salpicados por las obras más emblemáticas del artista, incluidas sus archiconocidas esculturas La Donna (dama crucificada que corona la escalera de honor del museo, guiño maravilloso a la fotógrafa Francesca Woodman), La Nona Ora (Juan Pablo II espatarrado en el suelo tras el ataque de un meteorito), Novecento (imponente y cabizbajo caballo en volandas) y Him (un mini Hitler arrodillado que produce hasta ternura cuando se le ve de espaldas).