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"MAURIZIO CATTELAN: NOT AFRAID OF LOVE" O EL DERECHO A LA INOCENCIA

  • Si hay un nombre propio para la irreverencia y el sentido del humor en el arte contemporáneo, ése es sin duda el de Maurizio Cattelan. Provocador, narcisista, polémico y genial como pocos, el artista italiano que durante décadas levantó postillas en el mundo artístico ha vuelto a la carga con una retrospectiva que quita el aliento.

    Si te hacía falta una excusa para irte unos días a París, no tires del pretexto de lo cuqui de sus mercadillos navideños ni de lo maravilloso de los escaparates comerciales de las Galerías Lafayette: tu motivo se llama Maurizio Cattelan y tu lugar es el Hôtel de la Monnaie de Paris. Porque Not Afraid of love, título de la exposición post-requiem que el italiano se ha marcado en este monumental espacio parisino (Cattelan llevaba casi 5 años "haciéndose el muerto" en el mundo del arte contemporáneo) dejará huella durante años en la capital francesa, no nos cabe la menor duda.

    Los majestuosos salones del Palacio de la Moneda (ese lugar que casi nadie había visitado antes del evento Cattelan) aparecen salpicados por las obras más emblemáticas del artista, incluidas sus archiconocidas esculturas La Donna (dama crucificada que corona la escalera de honor del museo, guiño maravilloso a la fotógrafa Francesca Woodman), La Nona Ora (Juan Pablo II espatarrado en el suelo tras el ataque de un meteorito), Novecento (imponente y cabizbajo caballo en volandas) y Him (un mini Hitler arrodillado que produce hasta ternura cuando se le ve de espaldas).

  • Con una puesta en escena inédita, la narrativa propia de Cattelan (plagada de referencias cinematográficas, literarias e históricas) se reinventa y toma cuerpo en una prolija serie de instalaciones que, a medio camino entre la ironía y la crítica mordaz, suponen una bofetada a mano abierta a toda convención en materia de arte y de vida. Niños tamborileros escondidos en balcones, caballos voladores, alegorías complejas de la muerte, la violencia y el amor, todo ello acompañado de múltiples réplicas en miniatura del propio Cattelan (a destacar sus mini-me al estilo Doctor Maligno) que observan al espectador desde distintos ángulos del museo.

  • El resultado del acontecimiento Cattelan, que podrá visitarse hasta el 9 de enero de 2017) es una ensoñación visual que rasca y pica a partes iguales. Porque más allá del efectismo y la espectacularidad de la propuesta, una se da cuenta de que bajo del manto de humor y sarcasmo de las obras del italiano, palpita el pulso de una criatura ultrasensible a los abusos del poder y una clara reivindicación para nuestra época: una inyección de inocencia (y de conciencia) que vuelva más amable nuestra existencia moderna.

    Laura Suárez

  • Si hay un nombre propio para la irreverencia y el sentido del humor en el arte contemporáneo, ése es sin duda el de Maurizio Cattelan. Provocador, narcisista, polémico y genial como pocos, el artista italiano que durante décadas levantó postillas en el mundo artístico ha vuelto a la carga con una retrospectiva que quita el aliento.

    Si te hacía falta una excusa para irte unos días a París, no tires del pretexto de lo cuqui de sus mercadillos navideños ni de lo maravilloso de los escaparates comerciales de las Galerías Lafayette: tu motivo se llama Maurizio Cattelan y tu lugar es el Hôtel de la Monnaie de Paris. Porque Not Afraid of love, título de la exposición post-requiem que el italiano se ha marcado en este monumental espacio parisino (Cattelan llevaba casi 5 años "haciéndose el muerto" en el mundo del arte contemporáneo) dejará huella durante años en la capital francesa, no nos cabe la menor duda.

    Los majestuosos salones del Palacio de la Moneda (ese lugar que casi nadie había visitado antes del evento Cattelan) aparecen salpicados por las obras más emblemáticas del artista, incluidas sus archiconocidas esculturas La Donna (dama crucificada que corona la escalera de honor del museo, guiño maravilloso a la fotógrafa Francesca Woodman), La Nona Ora (Juan Pablo II espatarrado en el suelo tras el ataque de un meteorito), Novecento (imponente y cabizbajo caballo en volandas) y Him (un mini Hitler arrodillado que produce hasta ternura cuando se le ve de espaldas).

  • Con una puesta en escena inédita, la narrativa propia de Cattelan (plagada de referencias cinematográficas, literarias e históricas) se reinventa y toma cuerpo en una prolija serie de instalaciones que, a medio camino entre la ironía y la crítica mordaz, suponen una bofetada a mano abierta a toda convención en materia de arte y de vida. Niños tamborileros escondidos en balcones, caballos voladores, alegorías complejas de la muerte, la violencia y el amor, todo ello acompañado de múltiples réplicas en miniatura del propio Cattelan (a destacar sus mini-me al estilo Doctor Maligno) que observan al espectador desde distintos ángulos del museo.

  • El resultado del acontecimiento Cattelan, que podrá visitarse hasta el 9 de enero de 2017) es una ensoñación visual que rasca y pica a partes iguales. Porque más allá del efectismo y la espectacularidad de la propuesta, una se da cuenta de que bajo del manto de humor y sarcasmo de las obras del italiano, palpita el pulso de una criatura ultrasensible a los abusos del poder y una clara reivindicación para nuestra época: una inyección de inocencia (y de conciencia) que vuelva más amable nuestra existencia moderna.

    Laura Suárez

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