Sus tres ojos fueron testigos privilegiados de una de las etapas más efervescentes de la cultura española. Cargada con su Nikomat, la fotógrafa Marivi Ibarrola retrató las poses y los posos de toda una generación hambrienta de libertad y de ambiciones creativas. A esa época convertida en mito la llamaron La Movida.
Ahora que Marivi expone una parte de su inmenso archivo fotográfico en las paredes de El Imparcial (Duque de Alba, 4. Madrid) una se pregunta cómo es posible que su obra haya tenido una visibilidad tan limitada en la ciudad. Abrimos una hipótesis: si todo mito se fabrica con relatos -textuales y visuales- que se vuelven hegemónicos, ocurre también que hay miradas que se marginalizan del discurso oficial. La pregunta sería entonces: ¿nos siguen faltando otras miradas que reflejen la cara de aquellos años? Y si es así, ¿por qué se quedaron fuera?
Para dar respuesta charlamos con Marivi Ibarrola sobre estas y otras cuestiones y sobre su expo INMERSIÓN EN LA PECERA: RETRATO CULTURAL DE LOS AÑOS 80.
¿Qué supusieron los años 80 para Marivi Ibarrola?
Fue el comienzo de mi carrera profesional, el aprendizaje, el enfrentamiento a la vida, sin mis progenitores. Cuando tuve que adquirir todos los recursos a mi alcance para poder ejercer de fotógrafo. Con todo lo experimentado y aprendiendo de los errores, perdí la timidez de acercarme al objeto.