En estos días en los que la Navidad y su repertorio infinito de motivos colonizan todo el espacio visual, una se da cuenta de lo fantásticamente bien que sienta gastar el tiempo en uno de los más preciados placeres de nuestra época: recrearse, tirada en el sofá y tirando de turrón duro, con imágenes de instagram que nada o radicalmente nada tienen que ver con el tan manido espíritu navideño. Embelesada me he quedado en este sentido con el trabajo Mária Svarbová (en esloveno acentúan como les da la gana...), una joven fotógrafa que bien podría proceder del mejor romance concebido entre Erwin Blumenfeld y Wes Anderson.
La artista, sumergida desde 2010 y tras realizar estudios en arqueología y restauración en el mundo de la fotografía, ha desarrollado desde entonces una amplia producción fotográfica definida por el minimalismo y el gusto por las superficies. Sus imágenes, casi siempre presentadas en formato serial, revelan atmósferas inquietantes que se enmarcan en escenarios propios de lo cotidiano: almacenes, gimnasios, auditorios, comedores, oficinas, carnicerías, piscinas, salas médicas y hasta centros de cuidados psiquiátricos. Todos ellos con un halo postsoviético de tintes austeros y funcionales que sin duda tiene que ver con la historia personal de la fotógrafa.