Si hay algo que el lujo no debería desestimar nunca de su elenco de cualidades predilectas, es el valor de la artesanía. Por eso, en un contexto actual protagonizado por la producción en serie global y la ambivalente magia de la tecnología, resulta de especial interés que una firma histórica como LOEWE se saque de la manga un premio orientado a reivindicar las virtudes de las artes aplicadas y a reflexionar sobre el papel que las mismas pueden jugar en el futuro de la cultura.
Anunciada en 2016, la primera convocatoria del LOEWE CRAFT PRIZE desvelaba el pasado 10 de abril sus resultados. Con un jurado formado por destacadas figuras del arte, la arquitectura o el diseño y encabezado por el director creativo de la marca Jonathan Anderson, el premio gordo (dotado de 50.000 euros) ha caído en las manos del ebanista alemán Ernst Gamperl y su "Tree of life", una exquisita pieza fabricada con madera de un roble de 300 años tumbado por una tempestad. Un tributo a la historia de un árbol caído con forma de vasija (maravilla de imagen, por favor!) que destila tanta emoción como savoir-faire artesanal: la imponente belleza natural del material se mezcla con la huella del cuidado trabajo de la mano del hombre. Desde BRUNCH MAGAZINE no podemos estar más de acuerdo con este reconocimiento.