Desde hace varios años, las publicaciones dedicadas a la imagen en general y a la fotografía en particular viven un periodo de apogeo. El boom de los photobooks y de los fanzines autoeditados parece haber reactivado el idilio con el tacto de los amantes del papel. Ya se oían cantos fúnebres a lo lejos cuando otros voceros comenzaron a proclamar la saturación de libros en el mercado editorial y su cuestionable calidad.
Libros malos los ha habido siempre pero nunca como hasta ahora las rarezas y excentricidades habían ocupado tantas propuestas editoriales. Entre otras cosas porque jamás las bizarrerías habían sido tan visibles como en la era de internet, ese caldo de cultivo para freakismos colectivos e individuales responsable de que, en nuestros días, el fenómeno "whatever" está en racha.
Consciente de este panorama, Erik Kessels decidió lanzarse a la palestra editorial y cofundar una agencia de comunicación, KesselsKramer, dirigida a hacer del "whateverismo" un motivo de colección. Así, desde 1996, Kessels y su equipo recopilan imágenes, las organizan por temas y las editan en formato papel. Imágenes lo suficientemente absurdas e improbables como para volverse geniales. Hazañas de familias anónimas, la versatilidad vestimental de un conejo o un increíble repertorio de selfies que calibran de forma ingeniosa el tamaño del pene.
Estos son algunos de los más logrados ejemplos del whateverismo fotográfico recogidos en la colección In almost every pictures y en la que posiblemente sea la revista de fotografía más extravagante del planeta: Useful Photography: