Rebeca Khamlichi no es sólo una pintora sino una forma de pintar, sus obras muestran su gran universo en el que conviven a codazos el diseño gráfico y la iconografía religiosa del s.XVII, los dibujos animados y Michael Haneke, el rosa chicle y las Pinturas Negras de Goya, el Superflat y la copla: algo así como si Doña Concha Piquer se arrancara por haikus.
Por esta razón, no me sorprendió toparme con una colección de vírgenes pop al visitar su estudio el otro día. Vírgenes en colores rosas, con aliens sobre sus brazos o abducidas por naves espaciales me hicieron preguntar y querer saber como su mente llega a crear estas combinaciones.
Comenzamos a charlar y empecé a entenderlo todo: hija de padre musulmán, su madre cristiana no católica y sus abuelos, con los que pasaba gran parte del tiempo (ya que sus padres eran también artistas y bohemios), muy muy católicos. Claro, siendo una niña se volvía loca con "la verdad" que cada uno le contaba y tres verdades tan diferentes no le cuadraban, se decía que "aquí hay algo que esta mal".