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JIM BACHOR O EL ARTE DEL MOSAICO POP

  • Una de las facultades más loadas del arte es su extraordinaria capacidad para hacer gorgoritos con el tiempo. ¡Cuántas veces alucinamos con la modernidad de una pintura antigua y cuántas nos sorprendemos de lo viejo de una obra que se presenta bajo el hálito de la novedad! La gracia del tiempo es que siempre vuelve: que su regreso sea más o menos impactante depende del talento del que sabe hacer algo nuevo con él.

    Éste es el caso de artista americano Jim Bachor, maestro del mosaico en versión contemporánea. Sus piezas revelan cómo esta técnica ancestral y prácticamente indestructible, más antigua que el propio Cristo (esto es literal: el mosaico se consideraba un arte exquisito en la época clásica), ha sabido sobrevivir a la historia y parece haberse adaptado a los tiempos modernos. Y vaya si se ha adaptado: cultura pop y street-art se vuelven imagen a partir de cientos de trocitos de cristal italiano y de mármol esmaltado, como si Bachor quisiera recordarnos que la cultura del píxel, como casi todo lo contemporáneo, tiene un árbol genealógico extenso.

  • Con las mismas herramientas utilizadas por los artistas antiguos, Bachor figura en sus mosaicos una buena muestra de los objetos que protagonizan nuestras vidas postmodernas: comida envasada al vacío, universo fast-food, cigarrillos, cajas de cereales, botellas de plástico, portadas de revistas del corazón y hasta ¡cheetos!. El artista también tira de iconos, imágenes dominantes en las composiciones de mosaicos religiosos, aunque los de Bachor beben café del Starbucks, juegan a los bolos o compran a crédito desde su teléfono móvil. Ya no son las iglesias los centros predilectos para la observación de estas piezas: ahora son las calles de Chicago o las galerías de San Francisco los lugares desde los que poder deleitarse con estas imágenes hechas de piececitas de colores.

  • Y es que buena parte de lo impactante del trabajo de Bachor, que nos ha dejado francamente atónitos, procede de su manejo astuto de la tensión temporal que subyace entre la técnica y los motivos visuales. Con ella, en palabras del artista, "las piezas hablan de cosas del presente con una voz antigua". Ahí queda eso, para que luego digan que los artistas contemporáneos son unos jetas que llaman arte a las chorradas que cualquiera podría hacer en su casa.

    Laura Suárez.

  • Una de las facultades más loadas del arte es su extraordinaria capacidad para hacer gorgoritos con el tiempo. ¡Cuántas veces alucinamos con la modernidad de una pintura antigua y cuántas nos sorprendemos de lo viejo de una obra que se presenta bajo el hálito de la novedad! La gracia del tiempo es que siempre vuelve: que su regreso sea más o menos impactante depende del talento del que sabe hacer algo nuevo con él.

    Éste es el caso de artista americano Jim Bachor, maestro del mosaico en versión contemporánea. Sus piezas revelan cómo esta técnica ancestral y prácticamente indestructible, más antigua que el propio Cristo (esto es literal: el mosaico se consideraba un arte exquisito en la época clásica), ha sabido sobrevivir a la historia y parece haberse adaptado a los tiempos modernos. Y vaya si se ha adaptado: cultura pop y street-art se vuelven imagen a partir de cientos de trocitos de cristal italiano y de mármol esmaltado, como si Bachor quisiera recordarnos que la cultura del píxel, como casi todo lo contemporáneo, tiene un árbol genealógico extenso.

  • Con las mismas herramientas utilizadas por los artistas antiguos, Bachor figura en sus mosaicos una buena muestra de los objetos que protagonizan nuestras vidas postmodernas: comida envasada al vacío, universo fast-food, cigarrillos, cajas de cereales, botellas de plástico, portadas de revistas del corazón y hasta ¡cheetos!. El artista también tira de iconos, imágenes dominantes en las composiciones de mosaicos religiosos, aunque los de Bachor beben café del Starbucks, juegan a los bolos o compran a crédito desde su teléfono móvil. Ya no son las iglesias los centros predilectos para la observación de estas piezas: ahora son las calles de Chicago o las galerías de San Francisco los lugares desde los que poder deleitarse con estas imágenes hechas de piececitas de colores.

  • Y es que buena parte de lo impactante del trabajo de Bachor, que nos ha dejado francamente atónitos, procede de su manejo astuto de la tensión temporal que subyace entre la técnica y los motivos visuales. Con ella, en palabras del artista, "las piezas hablan de cosas del presente con una voz antigua". Ahí queda eso, para que luego digan que los artistas contemporáneos son unos jetas que llaman arte a las chorradas que cualquiera podría hacer en su casa.

    Laura Suárez.

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