Una de las facultades más loadas del arte es su extraordinaria capacidad para hacer gorgoritos con el tiempo. ¡Cuántas veces alucinamos con la modernidad de una pintura antigua y cuántas nos sorprendemos de lo viejo de una obra que se presenta bajo el hálito de la novedad! La gracia del tiempo es que siempre vuelve: que su regreso sea más o menos impactante depende del talento del que sabe hacer algo nuevo con él.
Éste es el caso de artista americano Jim Bachor, maestro del mosaico en versión contemporánea. Sus piezas revelan cómo esta técnica ancestral y prácticamente indestructible, más antigua que el propio Cristo (esto es literal: el mosaico se consideraba un arte exquisito en la época clásica), ha sabido sobrevivir a la historia y parece haberse adaptado a los tiempos modernos. Y vaya si se ha adaptado: cultura pop y street-art se vuelven imagen a partir de cientos de trocitos de cristal italiano y de mármol esmaltado, como si Bachor quisiera recordarnos que la cultura del píxel, como casi todo lo contemporáneo, tiene un árbol genealógico extenso.