Brunch Magazine | Una revista de moda para gente que no lee revistas de moda

HOY VIAJAMOS A... TIJUANA

  • Welcome to Tijuana, tequila sexo y marihuana... Nos levantamos esa mañana en San Diego y coger el tranvía que en menos de 20 minutos te pone Mexico resultaba demasiado tentador, así que una hora después allí estábamos, como unos spring breakers cualquiera, a las puertas de la ciudad fronteriza más famosa y transitada del mundo.

    Entrar en Tijuana desde Estados Unidos te hace sentir un poco Bonnie Parker, con todos esos soldados americanos armados hasta los dientes vigilando sin decir ni pío porque la gente no entra sino que sale, así que a ellos plim: ni el pasaporte te piden. Cuando quieres darte cuenta estás en otro país al que podrías haber accedido plácidamente siendo una asesina criminal tiene su puntito.

    Tijuana es mucho más que el patio de recreo de miles de californianos: es una ciudad vibrante y amable, desvencijada y rabiosamente vanguardista a partes iguales, donde se nota que cualquier tiempo pasado fue mejor... y peor. Lugar seguro, aunque haya quien piensa lo contrario por los episodios de violencia que vivió la ciudad en los 80 y 90 cuando la Baja California estaba bajo el yugo del cártel Arellano Félix y su ejército de sicarios. Mucho ha llovido desde entonces y los locales se esfuerzan sobremanera en mostrar que ahora todo es diferente.

  • Nuestro punto de partida fue, como no podía ser de otro modo, la Avenida Revolución, y más concretamente el Pasaje Gómez donde artistas y artesanos comenzaron hace 10 años a resucitar la ciudad con un potente movimiento cultural: allí, un guitarrista a lo Santana enseñaba a tocar a sus alumnos en uno de los locales mientras joven lugareño nos invitaba a acercarnos a su puesto a probar sus helados ayuvédricos de... tequila. Empieza el día con alegría.

    Cruzamos entonces al Pasaje Rodriguez, también rescatado recientemente del olvido y donde encontramos una microbrewery, una tienda de vinilos, una librería de segunda mano, un taller de bicis y hasta un restaurante vegano. Puede sonar hipster, pero si tenemos en cuenta que los propietarios de muchos de los negocios son sexagenarios entenderéis que el lugar alberga un poso de verdad. Coincidimos allí con Manuel Varrona, autor del mural a la entrada del Pasaje desde el que reciben al visitante los retratos de los más destacados artistas tijuanenses. Con el buen rollo local característico, nos invitó a compartir con él una agradable charla sobre lo divino y lo humano, y nos dio algunos tips secretos de la ciudad...

  • Después de admirar la marciana esfera que ocupa el CECUT (Centro Cultural), y tras callejear fascinados por fuera del circuito turístico, nuestra siguiente parada fue Leather Factory, la tienda de Felipe, el tipo más top de la ciudad. Nuestra entrada casual pero acertadísima nos mostraba un lugar más para comprar artesanía y souvenirs, pero la primera planta escondía un taller artesanal de prendas en cuero, donde no sólo trabajan diseños a medida sino que también con un stock de piezones de los 80s y 90s el piel multicolor que riéte tú de Mugler y Alexis Carrington. Felipe, nuestro nuevo mejor amigo mexicano, nos chivó además la que para él es la mejor taquería de la ciudad, fuera del circuito "gringo". Cuando recuerdo esos tacos en la barra exterior de la Taquería Menudo y Tupidos por menos de un dólar, LLORO.

    La tarde se la dedicamos al Mercado Hidalgo, menos turístico que El Popo y al que fuimos caminando a través de la Tijuana mas deprimida pero no por eso menos encantadora. Al llegar a su gran plaza encontramos piñatas, chiles a go-go y también uno de los templos de la gastronomía mexiterránea de la que Tijuana es ciudad abanderada: 4Etnias.

  • Llegó el momento de descansar un poco, y qué mejor lugar que El Dandy del Sur: La cantina más antigua de Tijuana nos esperaba con una amplísima carta de tequilas y mezcales, su música ambiental de boleros y rancheras, y el gato, el verdadero amo y señor del local decorado como si se hubiera detenido el tiempo en 1957, año de su inauguración. Resulta que también es el lugar donde puedes encontrarte con los Nortec Collective o al mismísimo Iñárritu.

    Animados por los destilados locales, cruzamos la calle para hacer avituallamiento en Licores Cactus, siguiendo diligentemente las instrucciones de doña Aída, madama del Dandy desde su apertura y que nos había aleccionado a base de invitaciones a chupitos. Compramos como si tuviéramos un hijo en la cárcel, y cómo íbamos a salir del país con tanta botella ya lo pensaríamos más tarde...

  • Tentados estuvimos, con la alegría del mezcal, de caer en el topicazo de cenar en el Hotel Caesars, lugar que vio nacer la mítica Ensalada César allá por 1929. Finalmente decidimos alejarnos nuevamente de la zona guiri que ya empezaba a masificarse, y optamos por Bunker Food Crew, un recinto donde algunos de los más jóvenes chefs locales ofrecen innovadoras propuestas gastronómicas en formato food truck.

    Salir del país no es tan fácil como entrar: miles de vehículos y eternas colas para abandonar la ciudad a pie, amenizadas por vendedores ambulantes que ofrecen todo lo que alguien que pasa más de dos horas en una zona fronteriza pueda necesitar. Antes, un último vistazo a la Revolución, con sus burros rallados, sus katrinas, sus cantinas en las que jóvenes y mayores se reúnen el domingo por la tarde para bailar ?agarrao?, y los garitos chunda-chunda que hacen las delicias de la juvenalia gringa que cruza todos los fines de semana para beber barato en el país vecino. Cómo cruzamos nosotros de vuelta con unas máscaras del Rey Misterio puestas y casi cuatro litros de tequila por barba ya os lo cuento otro día ;-).

    *DESCUBRE TODOS LOS SECRETOS DE ESTOCOLMO.

  • Welcome to Tijuana, tequila sexo y marihuana... Nos levantamos esa mañana en San Diego y coger el tranvía que en menos de 20 minutos te pone Mexico resultaba demasiado tentador, así que una hora después allí estábamos, como unos spring breakers cualquiera, a las puertas de la ciudad fronteriza más famosa y transitada del mundo.

    Entrar en Tijuana desde Estados Unidos te hace sentir un poco Bonnie Parker, con todos esos soldados americanos armados hasta los dientes vigilando sin decir ni pío porque la gente no entra sino que sale, así que a ellos plim: ni el pasaporte te piden. Cuando quieres darte cuenta estás en otro país al que podrías haber accedido plácidamente siendo una asesina criminal tiene su puntito.

    Tijuana es mucho más que el patio de recreo de miles de californianos: es una ciudad vibrante y amable, desvencijada y rabiosamente vanguardista a partes iguales, donde se nota que cualquier tiempo pasado fue mejor... y peor. Lugar seguro, aunque haya quien piensa lo contrario por los episodios de violencia que vivió la ciudad en los 80 y 90 cuando la Baja California estaba bajo el yugo del cártel Arellano Félix y su ejército de sicarios. Mucho ha llovido desde entonces y los locales se esfuerzan sobremanera en mostrar que ahora todo es diferente.

  • Nuestro punto de partida fue, como no podía ser de otro modo, la Avenida Revolución, y más concretamente el Pasaje Gómez donde artistas y artesanos comenzaron hace 10 años a resucitar la ciudad con un potente movimiento cultural: allí, un guitarrista a lo Santana enseñaba a tocar a sus alumnos en uno de los locales mientras joven lugareño nos invitaba a acercarnos a su puesto a probar sus helados ayuvédricos de... tequila. Empieza el día con alegría.

    Cruzamos entonces al Pasaje Rodriguez, también rescatado recientemente del olvido y donde encontramos una microbrewery, una tienda de vinilos, una librería de segunda mano, un taller de bicis y hasta un restaurante vegano. Puede sonar hipster, pero si tenemos en cuenta que los propietarios de muchos de los negocios son sexagenarios entenderéis que el lugar alberga un poso de verdad. Coincidimos allí con Manuel Varrona, autor del mural a la entrada del Pasaje desde el que reciben al visitante los retratos de los más destacados artistas tijuanenses. Con el buen rollo local característico, nos invitó a compartir con él una agradable charla sobre lo divino y lo humano, y nos dio algunos tips secretos de la ciudad...

  • Después de admirar la marciana esfera que ocupa el CECUT (Centro Cultural), y tras callejear fascinados por fuera del circuito turístico, nuestra siguiente parada fue Leather Factory, la tienda de Felipe, el tipo más top de la ciudad. Nuestra entrada casual pero acertadísima nos mostraba un lugar más para comprar artesanía y souvenirs, pero la primera planta escondía un taller artesanal de prendas en cuero, donde no sólo trabajan diseños a medida sino que también con un stock de piezones de los 80s y 90s el piel multicolor que riéte tú de Mugler y Alexis Carrington. Felipe, nuestro nuevo mejor amigo mexicano, nos chivó además la que para él es la mejor taquería de la ciudad, fuera del circuito "gringo". Cuando recuerdo esos tacos en la barra exterior de la Taquería Menudo y Tupidos por menos de un dólar, LLORO.

    La tarde se la dedicamos al Mercado Hidalgo, menos turístico que El Popo y al que fuimos caminando a través de la Tijuana mas deprimida pero no por eso menos encantadora. Al llegar a su gran plaza encontramos piñatas, chiles a go-go y también uno de los templos de la gastronomía mexiterránea de la que Tijuana es ciudad abanderada: 4Etnias.

  • Llegó el momento de descansar un poco, y qué mejor lugar que El Dandy del Sur: La cantina más antigua de Tijuana nos esperaba con una amplísima carta de tequilas y mezcales, su música ambiental de boleros y rancheras, y el gato, el verdadero amo y señor del local decorado como si se hubiera detenido el tiempo en 1957, año de su inauguración. Resulta que también es el lugar donde puedes encontrarte con los Nortec Collective o al mismísimo Iñárritu.

    Animados por los destilados locales, cruzamos la calle para hacer avituallamiento en Licores Cactus, siguiendo diligentemente las instrucciones de doña Aída, madama del Dandy desde su apertura y que nos había aleccionado a base de invitaciones a chupitos. Compramos como si tuviéramos un hijo en la cárcel, y cómo íbamos a salir del país con tanta botella ya lo pensaríamos más tarde...

  • Tentados estuvimos, con la alegría del mezcal, de caer en el topicazo de cenar en el Hotel Caesars, lugar que vio nacer la mítica Ensalada César allá por 1929. Finalmente decidimos alejarnos nuevamente de la zona guiri que ya empezaba a masificarse, y optamos por Bunker Food Crew, un recinto donde algunos de los más jóvenes chefs locales ofrecen innovadoras propuestas gastronómicas en formato food truck.

    Salir del país no es tan fácil como entrar: miles de vehículos y eternas colas para abandonar la ciudad a pie, amenizadas por vendedores ambulantes que ofrecen todo lo que alguien que pasa más de dos horas en una zona fronteriza pueda necesitar. Antes, un último vistazo a la Revolución, con sus burros rallados, sus katrinas, sus cantinas en las que jóvenes y mayores se reúnen el domingo por la tarde para bailar ?agarrao?, y los garitos chunda-chunda que hacen las delicias de la juvenalia gringa que cruza todos los fines de semana para beber barato en el país vecino. Cómo cruzamos nosotros de vuelta con unas máscaras del Rey Misterio puestas y casi cuatro litros de tequila por barba ya os lo cuento otro día ;-).

    *DESCUBRE TODOS LOS SECRETOS DE ESTOCOLMO.

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