Sobre una superficie opaca aparece un papagayo, unas piernas de mujer, una nave espacial, un ramillete de amapolas y un sombrero de copa. Una composición aparentemente disparate que sin embargo tiene tanta potencia visual como carga narrativa. Tal podría ser uno de los trabajos de la artista Eugenia Loli, griega de nacimiento, californiana de adopción y collagista vintage de vocación.
Con una trayectoria profesional tan disparatada como su obra (en su cv aparecen actividades de enfermera, programadora, periodista, ilustradora o cineasta), la artista trabaja desde 2013 en un universo surrealista fabricado a base de superposiciones, recortes, fundidos, distorsiones y trampantojos. Con una maestría en el uso de photoshop que quita el aliento, Loli produce escenas plagadas de tramas sin desenlace, con tonos que basculan entre la parodia, el horror o el sarcasmo. Narraciones visuales ácidas que asoman una crítica severa pero llena de gracia hacia el género humano y su manera de relacionarse con las cosas.