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CAMILA VALDEZ: MISS CUPCAKE Y EL GUSTO DE LO FEMENINO

  • Camila Valdez

    El cuerpo femenino y sus misterios han sido uno de los motivos predilectos del arte desde que el hombre es hombre (es decir, desde que levantó la vista y se encontró de bruces con la geografía de una mujer).

    Después de varios siglos de historia y de producción de imágenes vinculadas a la representación de la mujer, lo cierto es que en estos menesteres, como en casi todos, el tema se reduce a una cuestión de gusto. Y en este caso, por partida doble.

    Porque la mujer inspira sabores, sabe a muchas cosas. Y porque, entre otras virtudes, suele ser capaz de presentar varias versiones de sí misma y cautivar a los más exquisitos paladares, dulces, salados y amargos, o todos a la vez.

    Las esculturas de la argentina Camila Váldez parecen ser más partidarias de los primeros. Esta joven artista de 30 años, coleccionista de envoltorios de golosinas y diseñadora industrial con dotes de repostería fina, trabaja con una idea de la mujer más próxima del azúcar que de la sal, más golosa que otra cosa.

    De ahí sus piezas de aires ultrapop donde palomitas, bombones, helados, cupcakes, tartas, brownies, mararrons o rosquillas se humanizan con la incrustación de seductoras piernas femeninas.

    Criaturas híbridas bañadas del brillo del caramelo y del encanto de las chucherías, de esas que les echan un pulso a nuestra dieta y declaran la victoria de nuestro antojo.

  • Camila Valdez

    Algunas arquearán las cejas, claro, porque las esculturas de Camila son de difícil digestión para estómagos sensibles. Pero una puede pensar que el amplio repertorio de miss candy realizado por la argentina despeja una crítica severa y astuta al estatuto de objeto-mercancía con el que, desde que el hombre es hombre (es decir, desde que levantó la vista y se encontró de bruces con la misma geografía de la que hablábamos antes), se ha identificado a la mujer. Y pensar, además, que lo hace con talento y con bastante gracia.

    Fibra de vidrio, resina, esmaltes o telas son algunos de los materiales que confitan las deleitosas piezas de Camila.

  • Camila Valdez

    Como sea, la obra de la argentina reúne muy bien los ingredientes perfectos de una estética del mundo de las maravillas en el que sus habitantes se relacionan con las cosas, y con los otros, a mordiscos y a lengüetazos.

    Cuestión de gusto, decíamos, pero en cualquier caso merece la pena darse una vuelta por el flickr de Camila para tantear los desafíos de su propuesta.

  • Camila Valdez y su repertorio de Miss Candy

  • Camila Valdez

    El cuerpo femenino y sus misterios han sido uno de los motivos predilectos del arte desde que el hombre es hombre (es decir, desde que levantó la vista y se encontró de bruces con la geografía de una mujer).

    Después de varios siglos de historia y de producción de imágenes vinculadas a la representación de la mujer, lo cierto es que en estos menesteres, como en casi todos, el tema se reduce a una cuestión de gusto. Y en este caso, por partida doble.

    Porque la mujer inspira sabores, sabe a muchas cosas. Y porque, entre otras virtudes, suele ser capaz de presentar varias versiones de sí misma y cautivar a los más exquisitos paladares, dulces, salados y amargos, o todos a la vez.

    Las esculturas de la argentina Camila Váldez parecen ser más partidarias de los primeros. Esta joven artista de 30 años, coleccionista de envoltorios de golosinas y diseñadora industrial con dotes de repostería fina, trabaja con una idea de la mujer más próxima del azúcar que de la sal, más golosa que otra cosa.

    De ahí sus piezas de aires ultrapop donde palomitas, bombones, helados, cupcakes, tartas, brownies, mararrons o rosquillas se humanizan con la incrustación de seductoras piernas femeninas.

    Criaturas híbridas bañadas del brillo del caramelo y del encanto de las chucherías, de esas que les echan un pulso a nuestra dieta y declaran la victoria de nuestro antojo.

  • Camila Valdez

    Algunas arquearán las cejas, claro, porque las esculturas de Camila son de difícil digestión para estómagos sensibles. Pero una puede pensar que el amplio repertorio de miss candy realizado por la argentina despeja una crítica severa y astuta al estatuto de objeto-mercancía con el que, desde que el hombre es hombre (es decir, desde que levantó la vista y se encontró de bruces con la misma geografía de la que hablábamos antes), se ha identificado a la mujer. Y pensar, además, que lo hace con talento y con bastante gracia.

    Fibra de vidrio, resina, esmaltes o telas son algunos de los materiales que confitan las deleitosas piezas de Camila.

  • Camila Valdez

    Como sea, la obra de la argentina reúne muy bien los ingredientes perfectos de una estética del mundo de las maravillas en el que sus habitantes se relacionan con las cosas, y con los otros, a mordiscos y a lengüetazos.

    Cuestión de gusto, decíamos, pero en cualquier caso merece la pena darse una vuelta por el flickr de Camila para tantear los desafíos de su propuesta.

  • Camila Valdez y su repertorio de Miss Candy

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